Durante el confinamiento, elaboré muchísimas joyas y, como Correos estaba considerado un servicio esencial, pude seguir enviando los pedidos en todo momento. Muchas veces me escriben mujeres de 50 años que quieren hacer un regalo a una hija o a una sobrina, o comprarse algo para ellas.

Mis bolsillos me sirven de improvisadas gavetas, guardo las tijeras, brocha, desinfectante y alcohol para una correcta desinfección de mis herramientas de trabajo. Uso un tapaboca y guantes especiales, así como la capa que le coloco al cliente para resguardar su ropa. Un corte, bien sea tradicional o lo que le llamo “el corte de platabanda”, lo último de la moda, lo hago por seis mil pesos. Ésta es otra de mis estrategias, precios módicos para una sana competencia. Mi clientela son jóvenes y personas mayores los fines de semana.